Antojo de Luna
No me pidas la luna, niño,
envuelta en su halo de plata.
Ella nos guiará en el camino,
cuando la estrella se vaya.
Y en las noches más frías
al atardecer, o al alba,
desde el cielo te hará un guiño,
y te hablará sin palabras.
No quieras la luna, niño.
La luna, solo hay que mirarla.
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